martes, 15 de febrero de 2011

Amor no te caigas, no lo hagas

La duda que fluye entre el organismo que me hace vivir y el que respira independiente, no es más que una simple estupidez. Hace días me he convencido que no tendré la oportunidad de conocer a mi padre, le he dado santa sepultura en mi memoria y estas son mis últimas oraciones dirigidas hacia él. Descanse en paz.
Son tantas cosas las que me quitan el sueño, una de ellas, es no ser merecedora de ser la esposa de mi pareja. Existen tantas diferencias que cuanto más lo veo, más lejano parece ese día, me da miedo preguntarle porque creo que sé la respuesta. A quién le gustaría estar en esta incómoda situación:
-          Tengo que hablar contigo –digo temblorosa.
-          ¿De qué? si se puede saber –pregunta un poco disperso.
-          De nosotros…
-          Adelante, sabes que puedes decirme lo que quieras, puedes confiar en mí, mi amor…
-          Lo que pasa es que he sentido que quisiera casarme contigo, no sé si es lo correcto sentir eso o es aferrarme a ti, no sé porque he sentido esa necesidad este tiempo, será que estoy equivocada o me estoy adelantando…
-          Mira, tenemos poco tiempo juntos, yo soy muy joven y eso no está en mis planes…

¿Cómo reaccionarías ante una situación así? Te daría miedo enfrentarla, y yo no sé cómo hacerlo. No sé, no sé, es una de las palabras que me gustaría evitar en mi vocabulario, da una imagen de mi un tanto inmadura; incluso al estar escribiendo esto me siento inmadura. Es lógico que mi pareja ha estado preguntándome qué es lo que me pasa en estos dos meses que han pasado, dice que ya no soy yo. Le pregunté que si cómo era y me dice: espontánea, feliz, creo que ya no eres tú.
La verdad es que me da miedo decir una sola palabra de lo que siento y pienso porque me sentiría destrozada si su respuesta es: LO SIENTO, HASTA AQUÍ LLEGAMOS.
Sería el sufrimiento más grande. A veces se sufre más por lo que no ha sucedido, pero dentro sabemos que así será, podría ser esto el sexto sentido femenino o quizá una aberración mía a estar siempre rodeada de dramas inexistentes.
¿Cómo le pregunto a mi pareja: Quisieras pasar el resto de tus días atado a mí?
Por supuesto que lo haría sutilmente, sólo que él se siente libre, yo me siento dispuesta a llevar una vida de familia.
Sería lo ideal estar rodeada de esos familiares que aún no son míos, compartir los fines de semana con las cuñadas, los primos, tíos adoptados –se escucha denigrante, mas no lo es, me encanta formar parte de otra familia, luego contaré porqué- las sobrinas putativas, hacer reuniones especiales, las navidades más grandes. En mi mente todas esas situaciones ya quieren surgir, emerger como las aves de su nido, están listas para dar el primer salto a un gran viaje, a una gran vida, sólo que siento que no se me permite.

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